El reloj apunta las 7:15, mientras mi impaciencia gatilla el abrupto cierre de
la puerta del taxi, en silencio camino por el jardín del Patiño
apresuradamente (pienso) eso de tener siete oficios y mil necesidades cobra
multa, el tiempo es un bien escaso, hay un lleno total, sin nada de glamour trato
de apoyar mi cuerpo en alguna esquina. Ingreso al Salón Principal, casi a tiempo para
escuchar la voz de Alba Balderrama que está presentando a los escritores.
Buenas tardes a las cosas de aquí abajo
Hasbún empieza recordando que
aproximadamente hace unos 10 años, compartió el otro lado del salón, donde está
el público, los escuchas, de manera confesional indica que le gusta más oir que
hablar y es allí donde empieza a desarrollar su ponencia que denota el proceso
creativo de su escritura, para él escribir es “como construir casas” no hay
misterios ni dioses, son las palabras que se van construyendo, una a una
levantan los cimientos de estar cerca y lejos de generar ficciones, ya que la
vida no alcanza para nada, tal vez el oficio del escritor sea “negociar lo que
no fue, ejercitar odios y amores”. Las palabras de este escritor se expanden
por el auditorio, hay cierta agudeza en sus afirmaciones, recuerdo que hace
varios años, en el mismo lugar (el
Patiño) Hasbún leía su diario de guerra, recordaba cuando llegaba a su casa de
noche y sus padres parecían dormir en la habitación cercana, él seguía
escribiendo, el sonido del grunge, la textura de ese género musical, no paraba
de sonar entre las palabras (esa escena queda grabada en mi mente) una de las
características de Hasbun es la economía del lenguaje, y generarte estados
emocionales, atmósferas íntimas de las que una vez que lo lees no puedes
escapar, te convierte en un ser cautivo preso de su intimidad. La narrativa
tiene extrañas hermenéuticas, pienso, Alba Balderrama en ese entonces hablaba
del “Lugar en el cuerpo”, aquí y ahora es tiempo de hablar de “Los afectos”.
Más allá de un discurso grandilocuente, Hasbún
nos recuerda a Natalia Ginzburg, como
diosa de las cosas pequeñas, recuerda que
El Capital y La Biblia, son dos libros que cambiaron el mundo, pero un libro de
Sontag no va a buscar cambiar nada, pero si aproximarse al sentido político de
la vida cotidiana y la condición humana, al igual que Kiarostami a quien
confiesa admirar o Jarmush, porque hacer libros es como hacer casas y este
encuentro de escritores puede ser visitado como un barrio incomprensible y
misterioso, donde cada autor es arquitecto de su obra, esto no significa que
sea una obra acabada, es más bien como señala para finalizar su ponencia el
retorno a este tipo de eventos como un escritor amateur, ejerciendo el oficio
desde el deja vu.
Una presentación en sociedad: Entre la risa y el desengaño o Elogio de
los jardines
Antonio Orejudo invade el
escenario generando expectativas, con un acento que descubre su nacionalidad
española, él nos narra que el primer título de su ponencia podría ser cambiado
al Elogio de los jardines, esto genera cierta intriga que poco a poco la va
trabajando en el transcurso de su exposición, primeramente nos habla de su
psiquiatra y sus consejos, luego menciona el estudio del desdoblamiento del
texto de las lecturas del corpus narrativo, cabe destacar la idea de que “más
que terminar novelas se divorcia de ellas”, es así que nos ofrece de manera versátil
la posibilidad de conocer sus libros y que ocurrio entre bambalinas cuando las escribía.
Un momento climax de su
exposición es cuando hace referencia a la relación entre Campuzano y Peralta,
de la obra “El Casamiento engañoso” de Miguel de Cervantes, donde los terrenos
de la ficción no tienen límites, escuchar hablar a los perros, vivir la vida de “veras” de “mentiras
verdaderas”, ese aprendizaje iniciático como eterno retorno al germen de la
palabra, la gente ríe exaltada con sus ocurrencias, el auditorio continúa
repleto, hay mucho conocimiento y trabajo literario en Orejudo, eso no le quita
la frescura y mordacidad de sus palabras, “el humor es algo serio”, de esa
manera Orejudo es un capo se entrega al
auditorio desde la revisión a su trayectoria y reivindica lo fabuloso de la
ficción.
La primera jornada del noveno
encuentro de escritores Iberoamericanos termina con una serie de preguntas, que
demuestran la recepción positiva del público a las ponencias, entre preguntas
respecto la tesis de Rodrigo Hasbún sobre le diario como forma narrativa, y el
examen al cual es sometido Orejudo para recomendar escritores por continente,
alcanzo a divisar algunos amigos que seguimos viniendo a estos encuentros,
varios emprendimos caminos diferentes, algunos ven el ojo cíclope del reloj
que los llama al retorno a sus casas y sus vidas, algunos ven como se cierran
las puertas de los autos que portan rutas de festejo o la prisa del volver a
trabajar mañana, pero por un momento al salir del Patiño todos compartimos el
sentimiento de haber vivido ficciones verdaderas (aunque sea un momento). Nos queda retornar e ingresar al agujero de la madriguera y enfrentarnos al mañana.
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