Infierno Musical

Sunday, February 05, 2023

HILDA: LA PALABRA ENCENDIDA

Hace un par de días quede impactada con la noticia de la muerte de Hilda Reinaga Gordillo, a quien tuve el placer de conocer en la presentación de su libro "Mi llegada a la casa del amauta” el 2021 en la ciudad de Cochabamba. Ese día busqué deshilar sus ideas, darle un abrazo y ver la luz de una vida reflejada en el brillo de sus ojos cuando escuchaba a varios panelistas. Intenté deducirla y agradecer el compartir su diario íntimo por medio de ese libro, también pensar y pensar-nos, desde los sentidos del ser mujer detrás del fuego de la militancia política, de los discursos y esa capacidad de entrega de nombrarse desde el fuego de su subjetividad más allá de repetir discursos o creer con devoción en una ideología ¡GRACIAS Hilda por tu coraje y valor! Comparto esta reseña de su libro a manera de homenaje soplando sus palabras para que se difundan, lleguen, permanezca y nos afecten...


Resulta interesante afirmar que “El lenguaje es la casa del ser”, en el libro de Hilda Reinaga Gordillo “Mi llegada a la casa del amauta” transitamos su relato de vida, quien a manera de testimonio íntimo como mujer y militante, trasciende su ser “raíz y semilla”. Esta publicación es parte de un legado familiar que como el musgo se expande por el trayecto recorrido con el lector logrando incrustarse en el tronco del árbol de la vida y obra de Fausto Reinaga (su tío) desde tres senderos:

El primer sendero, es el trayecto de la niña, joven y mujer que a manera de relato íntimo nos transporta a Chayanta Potosí, al campamento de siglo XX, la muerte de sus padres el lazó inquebrantable con su hermano Aniceto, la llegada a la casa de su tío, las vicisitudes de saberse huérfana, y como es atraída por el poder magnético de los libros de “Don Fausto” cuya enorme biblioteca era un estímulo para una niña que creció con clásicos soviéticos que sedujeron su sentido de crítica y detonaron su postura ideológica combativa de joven comprometida con la “tesis india”, entre las ch’achadas al cine y su desconcierto frente al mundo doméstico de la cocina y la economía del cuidado, Hilda de manera testimonial al igual que historias de Domitila Chungara o Elvira Espejo, tiene el poder de encender su mundo compartido con el lector, no nos deslumbra con medias palabras, es honesta en cuanto la memoria comprometida con sus afectos, entre retos y debilidades como hitos de su historia personal que se nutren configurando la carne y hueso de una postura contracorriente del “ser mujer”, y esto resuena en sus batallas cotidianas para no solo transcribir las palabras y pensamientos de Fausto Reinaga, sino también la lucha contra el orden heteronormativo y la posibilidad de ejercer una autonomía con el reto de continuar el legado amautico.

El segundo sendero, está relacionado con su genealogía, la primera figura determinante para su vida y postura ideológica fue su hermano Aniceto, quien muere junto al Che Guevara, en La Higuera, Aniceto que la llevaba a las reuniones políticas a la “menuda militante” Aniceto que se abraza al ataúd de sus padres arañando su ausencia y tomando la mano de una niña, enseñándole las primeras lecturas y despertándola a la vida, compartiendo duelos y desencuentros, el encuentro con Fausto Reinaga ese padre ideológico que la acogió en su casa, que la empujó a no dejar la escuela y escribir sus luchas, sueños y utopías compartidas, también fue ella la que se encargó de cuidarlo en sus momentos finales de su vida y también transmitir su obra a América latina y el mundo, encendiendo sus palabras como sus afectos, desde su voz femenina.



El último sendero por el cual caminamos leyendo las experiencias de vida de Hilda es la militancia indianista, desde los debates y resonancia de la “Revolución india”, la “tesis india” al “pensamiento amautico”. Un episodio crucial del libro es cuando fue detenida en la época de Banzer junto con su tío acusada como “militante peligrosa de la juventud comunista” (aun sin haber pertenecido a ese movimiento) relatando lo siguiente “Cada una de nosotras, nos sentíamos ultrajadas, además que sufríamos el miedo de que cualquier momento, después de la media noche, sonaban los tiros disparados por las armas de los j’achos (…) que venían a interrogarnos y hacernos la pantomima de fusilarnos.
“Mi llegada a la casa del amauta” es un libro que enciende trayectos, desencuentros, duelos detrás de la vida y obra de Fausto Reinaga, desde una cálida narración de la militancia y las condiciones personales de lucha de Hilda Reinaga en el camino del indianismo que para finalizar señala: fui cocinera, secretaria, correctora, editora, enfermera, niñera, hasta madre sin haber parido pero sí criado. Gracias Hilda por compartir tu palabra encendida, hacernos cómplices, testigos de tu lucha y seguir resonando desde tu legado íntimo en las batallas cotidianas...