Infierno Musical

Thursday, January 24, 2013

Alasitas: La vida en miniatura


Creo que mi fascinación por las Alasitas data desde las vaciones de la infancia cuando todos ibamos a La Paz a visitar la tumba de mi abuela paterna, quien murio el 24 de enero de 1960, imposible conocerla en vida, mi padre era muy jovén cuando la enterró ya que en Uncía no contaban con los especialistas necesarios para alargarle su vida, menos para aliviarle de su enfermedad.

Cada enero era muy esperado porque ibamos a la ciudad abismo, comiamos el plato paceño, me encontraba con mis primos de Miraflores, que por cierto tenian un cuarto de juguetes, con reproche les decía que a mi en navidad solo me regalaron un pata-pata, también les contaba que en Cochabamba nadie tenía cuarto de juguetes ¿para qué? Subite al árbol de higuero y fijate si hay duendes, en cocha tenemos juguetes vivientes. También nos perdiamos en los puestos de las vendedoras que hablaban rápido, con polleras eternas, en secreto pensaba que Disneylandia tenia su competencia, despues una compañera jailona mató mi ilusión al verla abrazada al un Pato Donald gigante festejando su cumpleaños en EE.UU. Me sentí tan ñoña por mi capacidad de ser tan feliz con tan poco.

Algo que siempre me causaba una risa tétrica era como una tía soltera rompió brutalmente a su ekeko y le reñia porque no le había proveido de suerte ni bienes ese año, ella me aconsejaba que jamás tenga un ekeko porque eran muy exigentes que pedian muchas cosas, que habia que darle ofrendas los primeros viernes sino eran vengativos. Será por eso que mi tía nunca se casó y prefirió romper al ekeko y confiar en su título de técnica en radiocomunicaciones? Ningún hombre podía imponerle sus LEY. Mujer libre aunque sola.

Entre los futbolines y hamburguesas elaboradas con huevos de codorniz, por unos días me sentía privilegiada, sacar 5 bolsas de fideo en la suerte sin blanca era una acto psicomágico, soñar con comprarme un roperito más por fetichista, porque no tenía ni muñecas ni ropa que poner. Ya cuando era adolescente me gustaba comprarme una chela, revisar los periodicos de alasitas reir con las ocurrencias que buscaban inventar un nuevo pais: donde lo inverosimil es posible, con cierto miedo llegaba a las alasitas pensando que el encanto terminaria, pero no seguia caminando, caminando y caminando...año tras año...

El pasado domingo me dieron la misión de comprar el Lotto, cuando fui al puesto de periodicos sin pensarlo dos veces me compré los periodicos de Alasitas me puse a leerlos con infantil afán "Evolandia" se construira parque temático en Orinoca, Sean Penn ministro de Transparencia, Las mil y un bodas del Vicepresidente. Creo que tarde una hora en llegar a mi casa, todos me preguntaban cual será el número ganador del Lotto, podía intuir sus deseos de ganar el premio mayor y construir un edificio, mientras yo pensaba en el ekeko muerto por la violencia doméstica de mi tía, en porque ya nadie queria ir a Las Alasitas en La Paz buscado como un ejercicio inútil de memoria...las miniaturas enterradas de nuestra propia vida.


4 comments:

Roberto Ö. said...

Ya llegan las alasitas! las de La Paz son otro nivel no? la única vez que fui no acabe de recorrer todos sus callejones. Pero la versión cochala tiene sus cosas, como patear balones contra una pirámide latas jeje

Amelia Felipe said...

me encanta leerte, siempre tan buena en lo que haces. Me hiciste extrañar las alasitas cerca de mi casa, en la coronilla, las extraño un montón. Allí compré el pasaporte y el boleto de avión sin retorno, bolivia-argentina, un titulo, y dinero jejejee ¿si soy supersticiosa? obvio!!! después de tantos favores.

lou said...

Uhh si! Casi gool, me acuerdo que llovio mucho ese día, solo faltó comer anticuchos.

lou said...

Mile! Tienes que llegar ya a Bolivia luego volver a Argentina llevandote más miniaturas y buenos vibras. Te acuerdas que en año nuevo salias corriendo con maletas también!